Primeramente quiero presentaros el blog Relato Completo – Relato Comansi de nuestros amigos Natacha y Emig. Ese blog está abierto a todo aquel que le pique el gusanillo de escribir… y a mí me ha picado bastante, jejeje…. Este relato que os dejo es uno de los que me han publicado en su blog (algunos ya lo habéis leído), aunque aquí lo presento más extenso. Son “Mis Memorias de África” y aunque hace ya 21 años de este viaje, intentaré rememorar esta historia tal y como la viví.
Siempre me ha fascinado Kenya por sus paisajes, sus costumbres, los indígenas, pero sobre todo quería hacer un Safari, perderme por el Masai Mara y conocer a su tribu, los Masái. Vivir una aventura increíble como soñaba desde pequeña cuando veía películas rodadas en África. Siempre me decía “algún día iré”… y aquí comienza mi historia.
Después de 8 horas de vuelo llegamos al aeropuerto de Mombasa y nos dirigimos al autobús que nos llevaría al complejo hotelero. Los niños que esperaban a los turistas se golpeaban en los cristales de los autobuses pidiendo mecheros y bolígrafos, era curiosísimo pensar que algo tan insignificante para nosotros sería un mundo para ellos, así que busqué en mi bolso y les regalé mi mechero y un bolígrafo de esos publicitarios (en la foto con varios niños). La emoción fue indescriptible, todos me tiraban besos al aire dando las gracias como si de algo excepcional se tratara. Aquellos pequeñajos consiguieron arrancarme lágrimas de emoción.
Seguimos nuestra ruta hacia el hotel, pero no era un hotel cualquiera, queríamos sentirnos más cerca aún de la naturaleza, así que elegimos un bungalow con tejado de paja dentro del recinto, rodeado de árboles milenarios, enormes que incluso alguno tenía una abertura en su tronco por donde pasaban los Jeeps del hotel. Por la mañana temprano sentimos pasitos ligeros saltando sobre el tejado del bungalow, ante la curiosidad, salimos a ver quién era ese visitante: ¡monitos con muy poca vergüenza haciendo de las suyas! No fallaban ni una mañana, eran puntuales como un despertador, jajaja
Hicimos amistad con el director del hotel y su mujer, así que un día nos invitaron a comer a un poblado indígena cercano. Aunque había que trasladarse en una barca pesquera bastante destartalada, me daba igual, yo quería disfrutar de aquella experiencia. En el barco se encontraba un chico nativo (foto) de unos 15 años y no paraba de mirarme, se dirigió sin el más mínimo pudor hacia mi pareja y sin más, le dijo que quería comprarme, que su padre tenía cabras y tierra y que se las daba a cambio de mi persona. ¡Qué, pero qué dices mocoso, a que te tiro al agua! exclamé entre risas. Nos reímos a carcajadas todo los que íbamos en el barco, fue graciosísima su intención, la verdad que me sentí halagada, pero claro, yo ya estaba comprometida, jajaja
Llegamos al poblado y los indígenas treparon rápidamente por las palmeras en busca de cocos para refrescarnos. Para comer nos querían deleitar con su mejor manjar, gallina con arroz. Estuvieron un buen rato corriendo detrás de aquellas gallinas hasta alcanzarlas, limpiarlas y meterlas en la olla. Nos sentamos todos en el suelo alrededor de la cazuela y comíamos aquel suculento plato, sin el menor escrúpulo, con las manos. Algunos pensaréis “qué asco, qué horror, todos con las manos”, pero os voy a decir una cosa, si alguien está dispuesto a viajar a esos países, la mejor forma de disfrutar es meternos de lleno en el papel sin importarnos las condiciones.
Por otra parte, íbamos bastante al pueblo más cercano al recinto hotelero, en ese caso solíamos esperar el autobús de línea para trasladarnos al pueblo ¡¡Imaginaros cómo venía el autobús!! A parte de que jamás sabíamos a qué hora pasaría por nuestra "parada" (una espera de hasta más de 2 horas), ¡¡venía repleto de pasajeros, gallinas, cajas, maletas, etc.!! Cuando entramos al autobús, todo el mundo se levantaba para dejar sentar a los blancos y yo, ni corta ni perezosa, me senté al lado de un nativo y se quedaron todos boquiabiertos y cuchicheando!! No debía ser muy correcto que un forastero se sentara junto a un nativo. En fin, ahí quedó la cosa pero el alboroto en el autobús fue impresionante, jajaja
Llegó la hora de nuestro Safari al Parque Natural Masai Mara, situado al sudoeste de Kenia en la región del Serengueti. Desde este territorio podemos observar el gigantesco Kilimanjaro, situado al norte de Tanzania junto a la frontera con Kenia. Increíble y precioso con su pico nevado y sus 5895 metros de altura. Un reto para cualquier escalador y una delicia para nuestra vista.
Llegamos al hotel donde nos alojaríamos durante 3 días de safari cuando nos comunican la mala noticia, habían reservado las habitaciones por duplicado (*) por lo que, al ser los últimos en llegar, nos vimos obligados a trasladarnos a otro “habitáculo”, un camping con tiendas de campaña en un recinto que aunque estaba vallado, no había portón que nos protegiera de las fieras ahí fuera. ¡Os podéis imaginar nuestra preocupación!, pero como siempre, la única respuesta a nuestra inquietud era “Hakuna Matata” (no hay problemas). Pues nada, ningún problema, jajaja y sabéis qué, ataron una cabra delante de la entrada al camping para cuando viniera cualquier fiera en la oscuridad, se zanjara primeramente con la cabra y luego….... No pegué ojo en toda la noche y encima se coló una araña tremenda en la tienda y no había forma de sacarla!!
Al día siguiente fuimos en Jeep a ver fauna y flora, ¡y menuda fauna, sí!, resulta que nos acercamos a una manada de elefantes que se bañaban en el río y por lo visto no les gustó nuestra presencia. Eso desató una estampida hacia nuestro Jeep que presos del pánico y gritando todos, el conductor, nervioso, salió a todo gas pero marcha atrás!! Aquello cada vez se ponía más feo, estuvimos a punto de ser alcanzados por la trompa de un elefante cuando el conductor pudo hacerse con el control del Jeep y salimos a todo gas pero ya marcha hacia delante, jajaja.
Fue una experiencia increíble y que me gustaría repetir este viaje. Jamás olvidaré África, sobre todo porque recordaré siempre una canción que seguramente más de uno conoceréis, en su idioma el swahili: “Jambo, jambo Bwana! Habari gani. Mzuri Sana. Wageni, mwakaribishwa, Kenya yetu Hakuna Matata” (hola señor, qué tal está. Muy bien. Sea bienvenido, en nuestro Kenya no hay problemas). En efecto, ¡ningún problema señores!, jajaja.
(*) PD: Denunciamos a la agencia de viajes por la jugada que nos hicieron al reservar el hotel en el Safari. Conseguimos los costes del Safari y daños por perjuicio.